¿Te animas a hacer raquetas de nieve?

 

Mi experiencia por primera vez con raquetas de nieve fue... ¡una aventura en toda regla!;  con decirte que pensé que tenían que venir a rescatarnos en helicóptero, no te digo más. 

Para ésta aventura contraté una empresa que se dedica al Ocio y Tiempo Libre. La empresa me-en-can-ta, el monitor que se encargó de guiarnos por la montaña, no tanto. Es una larga historia pero dio la casualidad de que yo a éste chico ya le conocía y fue toda una "sorpresa". 

Quedamos a las 9 en un restaurante que hay justo en el puerto de Navacerrada, donde nos explicó cómo sería la excursión y como funcionaban las raquetas de nieve, que parece que no, pero tiene su aquel. ¡Y listos!

Nos adentramos en el monte. Al principio disfrutando como niños; las vistas eran preciosas, las escarchas en los pinos impresionantes. Mucho frío, eso si. Después de caminar varios kilómetros llegamos a un pico (no me preguntes cuál porque para eso estaba el guía), y aquí se flipó. Nos desviamos del camino por dónde iba toda la gente para "investigar" y para ir nuestro rollo (a nuestro rollo fuimos, no me cabe duda).

Hacía demasiado frío y se nos congelaban los dedos y la cara, ¡hasta se me hizo escarcha el el pelo!. Bajamos por unas laderas llenas de  nieve blanda. Yo me veía rodando montaña abajo, ¿como en los dibujos animados que se empiezan a hacer una bola de nieve?, pues algo así. Cuando ya supe que algo no iba del todo bien fue cuando me vi usando la puntera de las raquetas a modo de crampón para poder descender. Una locura. Cuando llegamos abajo, veo que nos incorporamos a otro camino marcado por las huellas en la nieve y que empezamos a ascender lo que habíamos descendido. ¡WTF! Yo no entendía nada y seguía al monitor, más que nada porque no me quedaba otra. Al fin  llegamos a un pico. ¡Bien! ya estamos en Collado Ventoso, sólo nos queda incorporarnos al Camino Smidth y volver al puerto, pensaba yo ilusa. Pues no. Estábamos en el Pico Majalasna (¿pero eso existe?). Eran las 3 p.m. Ahora tendríamos que seguir otro camino hasta el verdadero Collado Ventoso, pero ya nos fallaban las fuerzas, la resistencia e incluso el humor. Estaba hasta los c**. Caminamos otros nosecuantos kilómetros para llegar a Collado Ventoso. Creo recordar que el desnivel era de 900 metros, así que más que andarlos, los descendimos. Cuando llegamos, nos incorporamos al Camino Smidth. Y después de andar y por fin disfrutar de la travesía, llegamos a Navacerrada. A las 19:30. 

¡Mi iniciación a las raquetas de nieve había sido todo un éxito! Eso sí, las fotos preciosísimas. Y no te digo  ya como dormí aquella noche.

Aun con todo ésto, la vida son experiencias y aventuras, lo recomiendo 100%. Pero ve bien equipada, gracias a ello a mi no se me congelaron los deditos de los pies.